lunes, 1 de noviembre de 2010

La era nuclear y su impacto

El capítulo militar de la era nuclear se inició durante la Segunda Guerra Mundial cuando Hitler ordenó la construcción de una bomba atómica. Los aliados respondieron con su propio proyecto, primero en Inglaterra y luego en Los Álamos, Nuevo México.

La curiosidad científica influyó mucho en el desarrollo militar del átomo. Junto con Enrico Fermi, Oppenheimer fue el padre de la bomba atómica. Desde el inicio del proyecto Manhattan se quiso conocer la diferencia entre los efectos que tendría una bomba construida con plutonio y otra basada en uranio enriquecido. De ahí la planta para enriquecer uranio en Oak Ridge, Tennessee, y otra para producir plutonio en Hanford, estado de Washington.

De ahí también que las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki hayan constituido un experimento científico más en la cadena de conocimientos que se empezaron a perfeccionar en Göttingen. El ensayo del 16 de julio de 1945 fue llamado Trinity y se utilizó un artefacto fabricado con plutonio y conocido como el Gadget. La perversidad de la nomenclatura habría de continuar cuando los científicos bautizaron las bombas destinadas a utilizarse en Japón: Little Boy, de uranio enriquecido para Hiroshima y Fat Man, de plutonio para Nagasaki.

Llevamos seis décadas y media lidiando con la problemática nuclear. Las potencias nucleares se multiplicaron y se han realizado más de 2 mil ensayos, primero en la atmósfera y luego subterráneos. La posibilidad de poner fin a una carrera de armamentos nucleares se esfumó cuando Estados Unidos se rehusó a perder su monopolio nuclear. Desde 1946 Washington insistió en tener un sistema internacional para controlar el átomo antes de desarmarse. En 1949 la Unión Soviética empezó a construir su propio arsenal y le siguieron Reino Unido, Francia, China, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte.

A instancias de Estados Unidos se creó en 1957 el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), cuya doble función es promover el uso pacífico de esa energía y controlar que no se desvíe hacia fines militares. Pero Washington y sus aliados han preferido implantar su propio sistema de verificación y han menospreciado los esfuerzos del OIEA y de la ONU. He ahí el caso de Irak y la actual política hacia Irán.

bibliografía:
http://www.jornada.unam.mx/2010/08/12/index.php?section=opinion&article=018a1pol

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